La presión sanguínea es la fuerza dentro de las arterias que
conduce la circulación de la sangre a través del cuerpo. La presión sanguínea
en el cuerpo es análoga a la presión de agua en un sistema de bombeo. Así como
la presión de agua empuja el agua a través de tubos, conexiones y mangueras a
través de la casa, la presión sanguínea empuja sangre a los músculos y otros
tejidos a través del cuerpo.
La
presión sanguínea es la fuerza dentro de las arterias que conduce la
circulación de la sangre a través del cuerpo. La presión sanguínea en el cuerpo
es análoga a la presión de agua en un sistema de bombeo. Así como la presión de
agua empuja el agua a través de tubos, conexiones y mangueras a través de la
casa, la presión sanguínea empuja sangre a los músculos y otros tejidos a
través del cuerpo.

Una medida de presión sanguínea se reporta
usualmente como dos presiones en mmHg separados por una diagonal. Por ejemplo,
una presión sanguínea de 122/84 indica que la presión sistólica es de 122 mmHg
y la presión diastólica de sangre es de 84 mmHg. Aún así el valor de la presión
sanguínea puede variar a través del día, una valor sano (o normal) se considera
debajo de 120 mmHg para la sistólica y bajo 80 mmHg para la diastólica. La
presión sanguínea alta, también llamada hipertensión aumenta el riesgo ya
mencionado.
Los
factores de riesgo para la hipertensión incluyen obesidad, consumo elevado de
sal (cloruro de sodio), alto consumo de alcohol, poco ejercicio, estrés,
historia familiar de presión alta y la edad (la presión sanguínea tiende a
incrementarse cuando se envejece). La hipertensión no severa puede tratarse con
dieta y ejercicio, pero los casos de hipertensión moderada y severa requieren
medicación prescrita por un médico.
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